Prosa y el teatro renacentistas
1)
Lee el siguiente texto y responde las
preguntas
a.
¿Cuál
es la situación cómica que se presenta?
La situación cómica es cuando ellos se empiezan
a discutir por mandar unos a otros
b.
¿Por qué crees que la obra se titula
aceitunas?
Porqué aquel retoño de aceitunas que plantaron
les daría el cuatro
o cinco fanegas (medida de capacidad equivalente a 55 litros en Castilla) de
aceitunas y, que tendían un olivar repleto
muy bien para su beneficios.
2)
Explica cuáles rasgos del teatro renacentista encuentras en
este fragmento
Un fragmento que hay en este teatro es la
manera de hablar y otro las palabras que utilizan, los errores ortografías y la
forma en que se expresan del desorden verbal, formas y tipos de comedia
3)
Busca el texto completo de Las aceitunas
y, a partir de su lectura, realiza una exposición de los aportes que hizo Lope
de Rueda al teatro Español
LOPE DE RUEDA
Fue uno de
los primeros actores profesionales españoles. Además, fue un dramaturgo de gran
versatilidad que escribió comedias,
Las Aceitunas
es uno de los pasos más famosos del Siglo de Oro escrito por Lope de Rueda y
publicado por primera vez en 1548 por Juan de Timoneda El paso o entremés
relata la historia de una familia del siglo de oro, integrada por Toruvio,
Águeda y Mencigüela. Torivio llega a casa y su mujer está ausente
Las aceitunas
Toruvio, simple
viejo. Águeda de Toruegano su mujer; Mencigüela, su hija, Aloja, vecino. (La 2ª
persona del plural es un tratamiento corriente, incluso entre esposos), (…)
ÁGUEDA. Corre,
muchacha, prepárale un par de huevos para que cene tu padre y hazle luego la
cama. Yo os aseguro, marido, que nunca os acordasteis de plantar aquel de
aceitunas que rogué que plantarais.
TORUVIO. ¿Pues
en qué me he detenido en plantarlo como me rogasteis?
ÁGUEDA. Callad,
marido. ¿Y adónde lo plantasteis?
TORUVIO. Allí,
junto a la higuera breval, adonde, si os acordáis, os di un beso.
MENCIGÜELA.
Padre, bien puede entrar a cenar, que ya está preparado todo.
ÁGUEDA. Marido,
¿no sabéis que he pensado? Que aquel retoño de aceitunas que plantasteis hoy,
que de aquí a seis o siete años, llevará cuatro o cinco fanegas (medida de
capacidad equivalente a 55 litros en Castilla) de aceitunas. Y que, poniendo
plantas acá y plantas acullá, de aquí a veinticinco o treinta años, tendréis un
olivar hecho y derecho.
TORUVIO. Esa es
la verdad, mujer, que no puede dejar de ser lindo.
ÁGUEDA. Mirad,
marido ¿sabéis qué he pensado? Que yo cogeré la aceituna y vos la acarrearéis
con el asnillo y Mencigüela la venderá en la plaza. Y mira, muchacha, que te
mando que no me des menos el celemín (doceava parte de una fanega) de a dos
reales castellanos.
TORUVIO. ¿Cómo
a dos reales castellanos? ¿No veis que es cargo de conciencia?
ÁGUEDA. Callad,
marido, que es el verduño (olivo) de la cesta… de Córdoba.
TORUVIO: Pues
aunque sea de la casta de los de Córdoba, basta pedir lo que tengo dicho.
ÁGUEDA. Ahora
no me quebréis la cabeza. Mira, muchacha, que te mando que no las de menos el
celemín de a dos reales castellanos.
TORUVIO. ¿Cómo
a dos reales castellanos? Ven acá, muchacha, ¿a cómo has de pedir?
MENCIGÜELA. A
como quisierais, padre.
TORUVIO. A
catorce o quince dineros.
MENCIGÜELA. Así
lo haré, padre.
ÁGUEDA. ¿Cómo
<<así lo haré, padre>>? Ven acá… ¿a cómo has de pedir?
MENCIGÜELA. A
como mandareis, madre.
ÁGUEDA. A dos
reales castellanos.
TORUVIO. Dejad
a la muchacha.
MENCIGÜELA.
¡Ay, madre! ¿Ay, padre, que me mata!
ALOJA. ¿Qué es
esto vecinos? ¿Por qué maltratáis a la muchacha?
ÁGUEDA. ¡Ay,
señor! Este mal hombre que me quiere dar cosas a menos precio y quiere echar a
perder mi casa. ¡Unas aceitunas que son como nueces!
TORUVIO. Y juro
a los huesos de mi linaje que no son ni aun piñones.
ÁGUEDA. ¡Sí
son!
TORUVIO. ¡No
son!
ALOJA. Bueno,
señora vecina, os ruego que entréis allá dentro, que yo lo averiguaré todo.
ÁGUEDA.
Averigüe o póngase todo del revés.
ALOJA. Señor
vecino, ¿qué son de las aceitunas? Sacadlas acá fuera, que yo las compraré,
aunque sean veinte fanegas (…)
MENCIGÜELA.
¿Qué le parece, señor?
TORUVIO. No
llores, hija. La muchacha, señor, es como un oro. Ahora andad, hija, y ponedme
la mesa, que yo os prometo hacer un sayuelo (saya, vestido) de las primeras
aceitunas que se vendieren.
ALOJA. Ahora,
andad, vecino, entraos… y tened paz en vuestra mujer.
TORUVIO. Adiós,
señor.
ALOJA. Por
cierto, ¡qué cosas vemos en esta vida que ponen espanto! Las aceitunas aún no
están plantadas, y ya las hemos visto reñidas. (…)
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